El viernes pasado se reunieron en San Petersburgo, Rusia, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, y el enviado especial para Oriente Medio de la administración Trump, Steve Witkoff. Ha sido la tercera ocasión en que se reúnen ambas personalidades en Rusia. El tema principal es y ha sido, sin duda, Ucrania.
La presión se quiere hacer sentir en cada encuentro o llamada telefónica que se tiene entre ambas administraciones, pero pareciera que realmente el único que tiene dicha presión es el equipo de la presidencia de Trump.
Han sido tres encuentros de alto nivel y con más de cuatro horas de duración en cada uno. Todos los encuentros entre Putin y Witkoff se perciben como un paso más a la paz, aunque no suceda nada después de ellos. El mismo Witkoff habla maravillas de Putin y le cree todo lo que le dice. Asemeja estar encantado del hombre que controla el Kremlin. Es lo que pasa cuando pones a un magnate de bienes raíces a negociar sin experiencia diplomática o política con un jefe de Estado que fue parte de la KGB.
El tiempo pasa y corre de manera rápida. No hay grandes resultados. Y si los hay, se corrompen en todo momento entre Rusia y Ucrania. Las concesiones que se han concretado en semanas anteriores poco se respetan. Ambas naciones no ponen de su parte; en especial el país invasor.
Aunado a que poco se avanza, desde Washington se dan señales que tampoco ayudan a las negociaciones existentes: el mismo presidente estadunidense, Donald Trump, insiste en ser el hombre que trata de llegar a la paz en Ucrania, pero, a la misma vez, da a entender que Ucrania y su gobierno tienen la culpa por haber entrado en una guerra con Rusia. Al igual, rechaza culpar o incriminar a Rusia de haber iniciado una guerra en su país vecino.
¿Cómo es que el presidente que quiere terminar con la guerra incrimina al país que se defiende del país que lo invadió?
No entiendo si esto ha sido parte de la estrategia para negociar, persuadir o buscar un lenguaje común con Putin; y si ha sido así, creo que no ha funcionado del todo para llegar al punto específico. Tal vez, para lo único que sí ha funcionado es para que Rusia pida más mientras manipula estar negociando.
Han pasado semanas sin ver un diagnóstico que dé señales de una culminación. Trump comienza a desesperarse. Declara hoy una cosa. Mañana declara otra cosa. Su bipolaridad y poco tacto diplomático no ayudan en buscar una paz para Ucrania, sino sólo para terminar una guerra que otorgue un alto beneficio para el país invasor. Busca echarle la culpa a la anterior administración estadunidense y al presidente ucraniano por permitir la guerra en su país. Asimismo, asegura y repite constantemente que si él hubiera ganado hace cuatro años la presidencia estadunidense, no se hubiera dado lugar la guerra en Ucrania.
¿Cómo es que está tan seguro de eso? ¿Es una especie de adivino? Me llama la atención, pues él también aseguró durante su campaña presidencial que terminaría la guerra en Ucrania 24 horas después de ganar la presidencia. Hoy en día, no hay absolutamente nada.
En ocasiones me pregunto si Trump es realmente el obstructor de la paz en Ucrania.
Si las cosas continúan así, realmente dudo que se llegue a un acuerdo de paz a finales de abril, que es a lo que la administración trumpista quiere llegar. Sería un sello de sus primeros cien días de gobierno.
¿Cuánta más paciencia tendrá Trump con Rusia?
NOTA DIPLOMÁTICA
¿Por fin, habrá un acuerdo de minerales entre Ucrania y Estados Unidos?