Durante las últimas semanas, ha ganado fuerza una idea inquietante: la inteligencia artificial (IA) no solo consume energía, también requiere cantidades importantes de agua para funcionar.
Algunas versiones aseguran incluso que cada imagen generada por IA puede costar hasta 5 litros de agua. ¿Qué tan cierta es esta afirmación?
Para entender el tema, Excélsior conversó con Bernardo Villasuso, líder de la división de tratamiento de agua en ECOLAB, una compañía global dedicada al uso eficiente del agua en distintas industrias, incluyendo centros de datos.
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¿Por qué la IA necesita agua?
El consumo hídrico no se debe a la IA en sí, sino a la infraestructura que la soporta: los centros de datos. Estos complejos tecnológicos procesan y almacenan la información que genera, por ejemplo, ChatGPT, TikTok, Instagram o los asistentes virtuales. Pero en ese proceso, las máquinas se calientan, y para evitar el sobrecalentamiento, se utiliza agua en los sistemas de enfriamiento.
Bernardo Villasuso lo resume así: “La IA genera calor, y lo que buscamos es cómo disipas ese calor. Por eso se usa agua”.
¿Cuánta agua se necesita?
Aunque no existen cifras exactas para México, ECOLAB estima que, en menos de cinco años, el consumo mundial asociado a la IA alcanzará niveles equivalentes al uso eléctrico actual de India y al uso de agua de Estados Unidos. Esto da una idea del enorme volumen que podría demandarse si no se aplican tecnologías más eficientes.
Además, Villasuso explica que en redes sociales han circulado afirmaciones como que “cada imagen generada consume 5 litros de agua”.
Si bien reconoce que ese tipo de cifras pueden ser alarmantes, aclara que lo importante es cómo se gestiona esa agua: si se reutiliza mediante procesos circulares o si se desperdicia después de un solo uso.
¿Se puede reducir el impacto?
Sí. Muchas compañías tecnológicas han empezado a buscar soluciones reales. Microsoft ha experimentado con centros de datos submarinos; Google ha usado IA para optimizar el tráfico de datos; y Apple ha prometido productos con impacto neutro de carbono para 2030.
Según Villasuso, ECOLAB trabaja directamente con estas empresas para mejorar la eficiencia hídrica y llegar a una meta: impactar positivamente al 12% del agua utilizada a nivel global para 2030.
México, por su parte, es ejemplo de eficiencia hídrica en ciertas industrias. Por ejemplo, las cerveceras mexicanas ya producen un litro de cerveza con menos de 2 litros de agua, cuando otros países utilizan entre 4 y 5.
¿Greenwashing o compromiso real?
Una duda frecuente es si estas acciones son solo “greenwashing” (una estrategia de marketing ecológico superficial). Villasuso reconoce que el escepticismo es válido, pero destaca que detrás de cada marca hay proveedores tecnológicos y científicos —como ECOLAB— que están desarrollando innovaciones concretas.
“Nosotros estamos detrás de esas promesas. Implementamos la tecnología que hace que se cumplan”, dice.
¿Y el usuario común? ¿Sirve que borremos correos?
Aunque muchas campañas llaman a reducir el uso digital —como borrar correos o desuscribirse de newsletters—, Villasuso considera que el enfoque debe estar en hacer más eficiente el sistema, no en culpar al usuario.
“No se trata de usar menos, sino de usar mejor. Igual que pasó cuando se inventó la electricidad”, compara.
Eso sí, propone que podría ser útil incluir una “etiqueta ambiental digital”, al estilo del etiquetado nutrimental, que nos diga cuánto fue nuestro impacto hídrico diario por el uso del celular o plataformas digitales.
¿Qué sigue?
Para el especialista, lo más importante es que el debate esté ocurriendo. “Es gratificante ver que el agua esté de nuevo en el centro de la discusión. De eso depende el desarrollo”, concluye.
bgpa