
Los rehiletes multicolores, situados por doquier en el camposanto, giran y giran a mayor velocidad: hay viento a favor para que la cadete América Yamileth navegue hacia sotavento, aprovechando la fuerza de la brisa.
Su cuerpo arribó a su última morada, el panteón Bosques del Recuerdo y desde las alturas de la ciudad de Xalapa, Veracruz, con el viento de popa, la joven fallecida en el accidente del buque escuela Cuauhtémoc en Nueva York, se prepara para largar las amarras.
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Su féretro -envuelto en la bandera tricolor, como dictan las normas navales cuando uno de ellos cae en cumplimiento del deber- llegó pasadas las tres de la tarde en un lugar donde solo la carne y los huesos se quedan.
La presencia de América Yamileth hizo girar con mayor velocidad los molinillos y sus rechinidos se convirtieron en un murmullo, un susurro acompañado por rezos, llantos y por el casi imperceptible sonido de las lágrimas cayendo y reventándose en las mejillas.
‘Tú eres la tristeza, ay, de mis ojos. Que lloran en silencio por tu amor. Me miro en el espejo y veo en mi rostro. El tiempo que he sufrido por tu adiós’
Las notas musicales, surgidas de un mariachi, acaban por romper a aquellos que se mantenían estoicos. El intenso calor que pega no logra secar las lágrimas que surgen como mares.
El himno de la Heroica Escuela Naval, cantado a capela por sus compañeros de armas, la acompañó. Y todos los presentes entonaron el Himno Nacional.
SORTEAR LAS VIOLENTAS OLAS
Las horas previas, sus padres, Rocío y Herminio, vivieron un violento huracán de sensaciones que no les da tregua, pero que sortean aferrados al recuerdo de su hija, la estudiante de la Heroica Escuela Naval de Veracruz.
‘Estoy muy orgulloso de mi hija América Yamileth’, dijo, conmovido el padre portando una imagen de su niña.
Era casi media noche del lunes 19 de mayo cuando arribaron los restos de su hija a su hogar, en medio de docenas de familiares, amigos y hombres y mujeres que arroparon a la cadete y a los suyos que cruzan el vendaval.
‘Estoy destrozado’, se sinceró el integrante de la Secretaría de Seguridad Pública estatal. ‘Pero voy a salir adelante, mi familia está destrozada, pero vamos a salir adelante, mi hija fue un ejemplo para todos y hoy va a ser recordada con lo que ella se merecía’, agregó.
‘Viva la Cadete Sánchez’, gritó una y otra vez un joven portando la fotografía de América Yamileth, quien había emprendido un viaje por el mundo abordo del Embajador y Caballero de los Mares.
Y, horas después, en las entrañas de la iglesia de San Pedro Apóstol, fue insuficiente el espacio para recibir a docenas que la acompañaron en la bendición de su Dios, un Dios que la espera a su lado.
‘En estos momentos hay dolor tristeza y pena por separación de un ser querido, como es el caso de nuestra hermana América Yamileth’, afirmó el sacerdote.
Sin embargo, dijo a sus afligidos padres, es necesario que ese dolor y tristeza sea transformado en la alegría del resucitado.
‘Ha dejado este mundo, pero ha ido al encuentro definitivo con Dios y pedimos que Dios la halle digna de participar en su reino’ agregó.
Difícil para papá y mamá asimilar la pérdida de su niña; y momentos antes que el cuerpo baje a la tierra, se quiebran en un dolor indescriptible.
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Aquí, en el cementerio, donde polvo eres y en polvo te convertirás, la Cadete se prepara para arriar las velas y navegar por otros mundos, llevándose el amor y cariño de su familia y de cientos de habitantes de esta región que ama a la mar.