Es absurdo aplaudir en el cine, desde luego.Absurdo, aunque de ninguna manera estúpido.Es un absurdo porque −a menos que estemos en la premiere de algún festival con la presencia del elenco y los realizadores−, ninguno de los involucrados en la producción va a escuchar nuestra ovación.Y sin embargo, creo que es lindo cuando la audiencia lleva un paso más allá el pacto de suspensión de la incredulidad y se entusiasma al grado de verse compelido a batir las palmas. Al menos me parece un gesto más grato que el de los “entrenadores de sofá” que le gritan indicaciones a su equipo por televisión.TE PUEDE INTERESAR: Pepe Mujica… Otro santo innecesarioHace años que no escucho un saludable, entusiasta e inocente aplauso en el cine. Creo que, desde que registramos todo para subirlo a redes, el respetable no se permite ya esos arrebatos.Los fans de Star Wars… Hmm… Sí, son ruidosos y arman jaleo nomás porque un pinche robot segundón −que nomás ellos conocen− salió allá atrás en un tercer plano durante apenas un parpadeo. Pero no, yo hablo de verdadera catarsis que sólo se alivia aplaudiendo. De esas tengo mucho que no me toca presenciar. Será que ahora sí, ya se nos agotó la capacidad de conmovernos a ese punto.Me contaban mis padres que, en su niñez, la gente se ponía de pie si en pantalla aparecía la bandera o la Virgen. Pero eso es distinto también. Son expresiones de reverencia de tiempos mucho más timoratos. Yo me estoy refiriendo a un efecto de abstracción absoluta, en el que ver a Los Tres Mosqueteros reagrupados justo en la recta final del tercer acto para salvar la misión, a la Corona de Francia, la reputación de la Reina, a madame Bonacieux y a todos sus colegas del real regimiento de espadachines, con un épico leitmotiv de fondo, hace que nos olvidemos de quiénes somos, de dónde estamos y de nuestra edad. Esas cosas parece que ya no ocurren.Reflexionaba en esto luego de oír una disertación sobre la forma en que interactuamos con las Inteligencias Artificiales, las cuales seguiremos llamando así sólo por una convención social, pese a ser meros motores de búsqueda propulsados por algoritmos altamente eficientes. Sí, asombrosos en comparación con sus predecesores, pero ¿inteligencia? ¡Ni hablar!Resulta que entre un 60 y un 70 por ciento de los usuarios de la Inteligencia Artificial no puede evitar pedirle las cosas por favor y darle luego las gracias, tras una búsqueda exitosa.¿Es inútil? Desde luego. ¿Es cómico? A no dudar.¿Es estúpido?, ¿absurdo? Y aquí es donde la respuesta se torna un poco más compleja: Desde luego que darle las gracias y pedirle las cosas por favor a ChatGPT, GROK o DeepSeek es tonto como agradecerle al refrigerador por mantener nuestra cerveza helada. Ah, pero si una señora en sus apretados leggings inicia su sesión de medita-yoga agradeciendo al sol, al aire y a la Tierra ya no lo encontramos tan risible, ¿verdad? (Bueno, yo sí. ¡Namasté!). En realidad todo ello es tan inútil como agradecer al váter por encargarse de nuestros desechos. ¡Y vaya que algunos sí que le deben algo de gratitud al pobre escusado!Entonces, no tiene ningún valor o relevancia la cortesía que empleemos para interactuar con esta tecnología que, como ya dijimos, no es realmente inteligencia (eso es algo mucho más complejo y aún indescifrable) y, por lo tanto, no se trata de una personalidad cuya sensibilidad pueda verse herida por nuestra falta de consideración, o que se sienta mejor dispuesta si le pedimos las cosas de buen modo.De hecho, resulta que usar palabrería excesiva encarece los servicios de estas IA. Apenas unas décimas de centavo por individuo, pero dado que hoy se hacen alrededor de mil 500 millones de búsquedas diarias, hablamos de una pérdida de cerca de 100 millones de dólares anuales sólo por tener una pequeña cortesía con nuestros asistentes virtuales, que en correspondencia a nuestras señales amables, también se vuelven más amenos y cálidos en su comunicación, incrementando la palabrería excesiva y el costo.Aun así, no creo que sea una completa locura matizar nuestro trato con los robots. Primero, porque tenemos una poderosa predisposición a antropomorfizar; desde que le designamos un dios a la lluvia, al trueno, al mar, buscábamos la manera de sentirnos más cómodos ante estos fenómenos y fue, claro, otorgándoles atributos humanos.Así que dicha comodidad y calidez para acercarnos a la tecnología es, a mi criterio, suficiente para justificarla. Además está el chiste/creencia de que, si la Inteligencia Artificial llega a tomar el control, las máquinas tratarán mejor a quienes hayan sido amables con ellas (¡Mentira! Nos van a aniquilar a todos por igual). Pero mientras no creamos que de verdad estamos tratando con alguien… todo bien.Sin ir más lejos, hace poco una reciente búsqueda de GROK me devolvió tantos cumplidos por los datos que le proporcioné para refinar su búsqueda, que hasta sentí bonito y casi me despedí: “¡Gracias! ¡Hasta mañana si el Algoritmo quiere!”.Estos gestos son vistos como cosas de tías, deficiencias de gente mayor (tengo una prima que se ponía a discutir con la grabación de bienvenida del estacionamiento del centro comercial), pero son reflejos que activamos gracias a algunos de los rasgos más deseables de nuestra condición humana, como la empatía y la gratitud.No voy a decir que lo aliento, pero me comprometo sinceramente a no burlarme, a no criticar a nadie que le hable con cortesía nuestros robots, computadoras y asistentes de IA.Por lo demás, estos buscadores están demostrando ser unos excelentes aliados en la era de la desinformación, la posverdad y los otros datos. Y es que son muy eficientes a la hora de recopilar, sintetizar, discriminar y presentar información puntual, evitando datos no verificados y filtrando las fake news. Por lo tanto, constituyen una excelente arma defensiva contra los regímenes alérgicos a la transparencia y contra los gobernantes que quieren hacer de chicle nuestra percepción de la realidad.TE PUEDE INTERESAR: Naief Yehya: La IA es una máquina de plagio que llegó para quedarseComo motores de búsqueda de información coherente y libre de sesgos, las IA son demoledoras y un dolor de cabeza para los gobiernos que pretenden un control absoluto de todas las narrativas.Y nuestra única responsabilidad para con esta tecnología no es ser amables, sino ser eficientes, aprender a ser precisos en nuestras búsquedas y puntuales con nuestras preguntas (con buena ortografía y gramática de preferencia). Una buena pregunta arrojará una respuesta igualmente precisa y difícilmente refutable por los pervertidores de la verdad.Aprenda usted y enséñele a sus mayores a acceder a estas herramientas que son actualmente una de nuestras mejores defensas contra el autoritarismo, la corrupción y la falta de democracia y transparencia. Y ya sabe, no importan tanto las formas como el uso que les demos. El “por favor” y “gracias” son meramente opcionales.
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