¿Cómo se encuentran de salud? Siempre es buen momento para reflexionar sobre los hábitos que construyen nuestro bienestar. Cuidar el cuerpo no solo significa comer balanceado, dormir adecuadamente y hacer ejercicio, también puede incluir, con moderación, el disfrute de una buena copa de vino.
Aprovechando el tema, quiero compartirles algunos beneficios que aporta esta noble bebida a la salud. Como es sabido, el vino es el único alcohol que ofrece al organismo minerales, vitaminas y polifenoles, además de un efecto relajante natural que favorece tanto el cuerpo como la mente.
Por esta razón, diversos estudios recomiendan consumir una o dos copas al día de vino tinto, siempre dentro de un estilo de vida equilibrado. La clave está en la constancia: transformar el consumo moderado de vino en un hábito saludable puede contribuir al bienestar general y al fortalecimiento de la salud cardiovascular.
Pero surge la pregunta: ¿por qué se recomienda el vino y no otros tipos de alcohol?
Es una duda válida que merece una explicación clara. El vino tinto contiene resveratrol, un potente antioxidante natural que ayuda a reducir el colesterol LDL (conocido como “malo”) y a elevar el HDL (el “bueno”). Además, previene enfermedades cerebrovasculares, contribuye a limpiar las arterias de triglicéridos y apoya el buen funcionamiento del sistema circulatorio.
Cada copa de vino aporta alrededor de 127 calorías, pero también contiene minerales esenciales como sodio, calcio, magnesio, manganeso, hierro y fósforo. También se ha estudiado su efecto positivo en la memoria, lo cual lo convierte en un aliado potencial para personas propensas al alzhéimer, ya que fortalece la memoria a corto, mediano y largo plazo.
En cambio, los destilados como el ron, el vodka o el tequila presentan un perfil diferente. Al tratarse de alcoholes procesados, su metabolización en el hígado es más lenta, lo que puede derivar en la acumulación de grasas y en la aparición de dislipemias secundarias. El consumo excesivo de estos destilados puede aumentar los triglicéridos, elevar el colesterol LDL, reducir el HDL y desencadenar cuadros de hiperlipemia alcohólica.
Sé que muchos lectores, fieles a sus tequilas o whiskys, podrían estar mirando este texto con cierta incomodidad. Y es comprensible. A nadie le gusta que le cuestionen sus gustos. Pero es necesario hablar con honestidad: el exceso de alcohol —cualquiera que sea su forma— es perjudicial para la salud.
Por eso, más allá de la bebida elegida, lo fundamental es la moderación. Para disfrutar una jornada placentera, una buena recomendación es alternar cada copa de alcohol con tres vasos de agua. Este hábito ayuda a reducir la absorción del alcohol en la sangre, facilita su eliminación a través de la orina y permite mantener la lucidez durante todo el evento.
Recordemos que cuidar la salud no significa renunciar al disfrute, sino aprender a convivir con él con equilibrio y responsabilidad. Hasta la próxima semana, y como siempre: ¡Salud!
“El vino es el único alcohol que ofrece al organismo minerales, vitaminas y polifenoles, además de un efecto relajante natural”
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