La creación musical implica mucho trabajo, disciplina y constancia, pero es algo que Gabriela Ortiz, destacada compositora mexicana, adora hacer, y considera un gran regalo de la vida haber tenido la posibilidad de educarse en algo que es su fascinación: componer.
Para ella el éxito no se mide en reconocimientos, si no en resolver los problemas musicales para lograr una obra.
Así lo expresa la compositora, ganadora de tres Grammy de la edición 2025 por su obra “Revolución diamantina”, quien concedió una entrevista con Diario de Yucatán en víspera de que una de sus obras sea interpretada este fin de semana por la Orquesta Sinfónica de Yucatán: “Kauyumari”.
No es la primera vez que la OSY interpretará una obra de la afamada mexicana, pues en junio de 2023 tocaron “Altar de viento”, teniendo como solista al flautista Alejandro Escuer; y en marzo del año pasado se interpretó “Voltaje”, con la solista Gabriela Jiménez en las percusiones.
Un gran privilegio
Gabriela Ortiz señala que el hecho de que se toquen sus obras en Yucatán es un gusto enorme, pues como mexicana es un gran privilegio que sus composiciones se interpreten no sólo en Ciudad de México, sino también en los demás estados de la república mexicana, pero “me encantaría que se pudiera tocar más”.
Apunta que es relevante que la música de compositores mexicanos llegue a provincia y que se escuche la música que están haciendo los compositores vivos, que sean parte del entorno musical, pues eso los enriquece como creadores.
Explica que trabaja con la editorial Boosey & Hawkes de Estados Unido e Inglaterra, que manejan las rentas de sus partituras, y algo que le parece preocupante es que se toquen poco las obras de los compositores vivos porque las orquestas no quieren o no tienen para pagar la renta de las obras.
“La música de Beethoven o Mozart son parte del patrimonio público, no se necesita rentar, ya es de dominio público, pero en el caso de los compositores vivos se debe pagar la renta, porque de eso vivimos”.
“Hay la idea de que al tocar nuestras obras nos hacen un favor, entonces por qué pagar por ello, y no es así, ambos, orquesta y compositor, nos beneficiamos el uno del trabajo del otro. Por eso las secretarías de cultura de los estados deben tomar en cuenta esto y aportar al presupuesto de las orquestas para este fin, ya que sabemos que las orquestas de provincia no tienen mucho presupuesto”.
Aunque quisiera dar su música para que la toquen, tiene exclusividad editorial en el extranjero, de manera que no puede darla gratuitamente, y es algo a lo que se enfrentan los compositores contemporáneos vivos.
Disciplina y sacrificio
Como ya citamos, Gabriela Ortiz ganó el Premio a la Mejor Composición Clásica Contemporánea en los premios Grammy 2025 por su obra “Revolución diamantina”. El álbum también fue reconocido en las categorías Mejor Compendio Clásico y Mejor Interpretación Orquestal, la cual estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles.
Gabriela indica que el reconocimiento llega luego de muchos años de trabajo, de esfuerzo, de dar todo lo que tiene en una obra, para lo cual se requiere de mucha disciplina y sacrificio, esto último en el buen sentido, ya que ama lo que hace.
Considera que el Grammy es consecuencia de lo anterior, aunque ella mide el éxito no por los reconocimientos recibidos, sino por los logros que va alcanzando con cada obra.
No obstante, siente que el premio es algo histórico y significativo, pues el álbum fue reconocido con tres Grammy, un hito en la historia de la música en México, algo inédito, que no había sucedido ni para la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles que grabó el álbum, bajo la dirección de Gustavo Dudamel, por lo que se siente muy afortunada.
Agradece que la citada orquesta apostara por grabar un disco completo con música de su autoría, pero al mismo tiempo se pregunta dónde están las orquestas mexicanas, el compromiso del Estado, porque no están ayudando a preservar el legado sonoro del país, en el que hay grandes compositores mexicanos.
Manifiesta que, por ejemplo, hay pocas grabaciones con orquesta de sus composiciones, aunque las hay más con grupos de cámara. Pero para un compositor solventar una orquesta rebasa sus posibilidades, se requiere del apoyo de la instituciones, subsidio del Estado.
Resguardar el legado sonoro
Enfatiza que la música en México es importante y hay que resguardar el legado sonoro. “Es una obligación preservarlo”.
Espera que como consecuencia de los Grammys ganados surja el interés no sólo por escuchar su música, sino también la de otros compositores mexicanos.
Sobre su trabajo creativo, afirma que es constante, ya que la vida es el combustible del mismo, “cuando vives la vida con intensidad tienes la necesidad de comunicar”.
Esto ha hecho que las experiencias que va acumulando, los aprendizajes, los fracasos, pues “de los fracasos se aprende mucho”, de las vicisitudes, ha obtenido aprendizajes y fortalezas, que han sido indispensables en su camino en la música.
Los errores le han ayudado a ir depurando su trabajo y a hacerlo mejor.
Considera que ha habido una evolución clara.
Comparte que está agradecida con personas como Gustavo Dudamel, quien le ha comisionado varias obras y ha dirigido otras de su autoría, pues al escucharlas también aprende.
“Las artes escénicas se producen en equipo, son colectivas, son un acto de comunicación, y en el caso de la música, cuando está el escucha se cierra el ciclo”.
“Una sala llena de energía ayuda a ser mejores si sabes usar la adrenalina, los nervios, esto hace de la música en vivo algo irrepetible”.
Externa que una idea musical, una emoción, una imagen, todo puede ser fuente de inspiración.
“Todo lo que sucede en el proceso creativo es tan mágico, no hay una sola forma, puede ocurrir que leyendo un libro se detona una idea, una vivencia, una emoción, algo abstracto, un cuadro, tantas cosas… por eso es importante vivir”.
Para crear necesita soledad
Para Gabriela Ortiz es importante confiar en su intuición, que considera una forma de conocimiento, el cerebro funciona con la combinación de experimentación e intuición, señala, aunque la intuición es algo que no se da de manera racional, funciona y está ahí.
Expresa que la mente humana es un misterio, pues las ideas pueden surgir cuando sueña o hace ejercicio, sobre todo cuando hace cardio, pues entra en una parte semi inconsciente en la que comienza a pensar en sonidos, y lo mismo le ocurre cuando camina enfrente del mar, muy temprano o en el atardecer.
Eso sí, asegura que para crear necesita soledad, el estar sola consigo misma, en una autocomunicación y autoaprendizaje.
Gabriela ha trabajado con orquestas, directores y solistas de gran renombre, pero ¿qué busca en una colaboración artística?
Apunta que trabajar con directores o solistas de renombre es maravilloso, sobre todo porque para llegar a ese punto hay que ser buen músico, hay un mismo código, hablan de lo mismo y se entienden mejor.
Por ejemplo, explica que Dudamel es venezolano y entiende el mundo de la compositora, sabe de dónde viene, y aunque hay diferencias entre Venezuela y México, también hay cosas en común, lo que hace que entienda mejor sus composiciones.
Lo mismo le sucede con Carlos Miguel Prieto, con quien ha trabajado mucho, tanto en México como en el extranjero, sabe cómo piensa y conoce su música, y eso es bueno al hacer una colaboración.
Esto sucede de igual manera con su esposo, Alejandro Escuer, destacado flautista mexicano, quien entiende su lenguaje y su estética, lo que se siente cuando interpreta sus obras.
Sobre las colaboraciones recientes que han dejado huella en ella, resalta la que tuvo apenas en febrero pasado con la Orquesta Sinfónica de Boston, una de las más importantes a nivel mundial, y quienes precisamente interpretaron su obra “Revolución Diamantina”. Asegura que fue una experiencia maravillosa, mágica, pues entendieron muy bien lo que quiso decir.
Otra colaboración que considera legendaria fue la que tuvo con Gustavo Dudamel con la obra “Téenek” y la Orquesta Filarmónica de Berlín en el Carnegie Hall, algo que la dejó extasiada.
Y, por supuesto, destaca las numerosas colaboraciones con la Filarmónica de Los Ángeles, con quienes ha hecho muchas colaboraciones, por lo que se siente en familia trabajando con ellos.
También menciona al Cuarteto Attacca, quienes grabaron la pieza “Mujer Ángel”, basada en la obra homónima de Graciela Yturbide, y quienes señala hicieron una maravillosa interpretación que han presentado en Bogotá, España y el Carniege Hall.
En cuanto a los retos que ha enfrentado como mujer y compositora en un mundo históricamente dominado por hombres, puntualiza que el reto va de la mano con ser latinoamericana, no sólo exclusivamente por ser mujer.— IRIS CEBALLOS ALVARADO
Dos mundos
Sobre el equilibrio entre la tradición con lo contemporáneo en su música, asegura que se da de manera natural, pues creció en México, escuchando todo tipo de música y la que sus padres tocaban con el grupo Los folkloristas, que fundaron, de manera que los recuerdos de la infancia, los olores, los lugares, eso que define la identidad, hace que surja de manera muy natural en sus composiciones, no buscándolo, sino como parte de su esencia, de lo que es como persona.
Complicado
“Mi música se toca mucho en Europa, pero mucho tiempo no fue así, pues los europeos son complicados, cerrados para abrirse a otros lenguajes, estéticas y culturas. Ellos han dominado el futuro musical de Latinoamérica y definido lo que se acepta y lo que no. Para mí ha sido difícil, no he encajado en sus lineamientos.
Calidad sobre género
Sobre el hecho de ser mujer, indica que es un arma de dos filos, ya que es tan grave que la excluyan por ser mujer, como que la incluyan sólo por cubrir una cuota. Para ella la calidad es primero. Es por eso que siempre ha peleado por la calidad artística de un trabajo, independientemente de que sea mujer o compositora latinoamericana, pues considera que la calidad artística es lo que debe prevalecer, independientemente del género, la nacionalidad o el color.
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