Las tensiones entre India y Pakistán han vuelto a escalar peligrosamente. En medio de un escenario internacional ya convulso por la crisis en Gaza, el conflicto entre estas dos potencias nucleares del sur de Asia ha encendido las alarmas globales.
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En las últimas semanas, la situación se ha deteriorado rápidamente, luego de que India llevó a cabo un ataque con misiles dirigido a objetivos en territorio pakistaní, desatando preocupación en la comunidad internacional.
Según el Ministerio de Defensa indio, los ataques fueron “precisos y limitados”, dirigidos a instalaciones terroristas tanto en Pakistán como en zonas de Jammu y Cachemira bajo control de Islamabad. Esta acción fue presentada como una respuesta directa al atentado en la localidad turística de Pahalgam, ocurrido dos semanas atrás, que dejó 26 muertos y decenas de heridos.
“El operativo fue una respuesta contenida al brutal ataque terrorista en Pahalgam”, afirmó el gobierno indio, que aseguró haber destruido nueve infraestructuras utilizadas por grupos armados.
La escalada militar ha reavivado el temor de una guerra abierta entre ambos países, especialmente por su estatus como potencias nucleares y los antecedentes de conflictos pasados. Las amenazas cruzadas no se han hecho esperar y el espectro de un enfrentamiento a gran escala vuelve a estar sobre la mesa.
El arsenal nuclear de India
India es considerada una potencia nuclear consolidada, y de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), cuenta con aproximadamente 164 ojivas nucleares. Su capacidad de lanzamiento incluye misiles balísticos de medio y largo alcance, como los Agni-V, además de bombarderos modificados y una creciente flota de submarinos de propulsión nuclear clase Arihant.
En términos convencionales, India también destaca por su gran capacidad militar. Su ejército es uno de los más grandes del mundo, con alrededor de 1.45 millones de efectivos activos y más de un millón de reservistas. Dispone de una fuerza terrestre moderna, equipada con tanques T-90 de origen ruso, el tanque nacional Arjun, artillería autopropulsada y sistemas avanzados de defensa aérea.
Su industria de defensa también es un factor clave, liderada por organizaciones como la DRDO y HAL, responsables del desarrollo de tecnologías como el caza ligero Tejas. En el aire, India opera cazas como el Su-30MKI, Mirage 2000 y Rafale, además de drones de reconocimiento. En el mar, su armada destaca con portaaviones como el INS Vikramaditya y el nuevo INS Vikrant, así como submarinos nucleares de ataque.
Pakistán: más ojivas, más incertidumbre
Pakistán, por su parte, posee un arsenal nuclear ligeramente superior, con unas 170 ojivas según estimaciones internacionales. A diferencia de India, Islamabad no ha adoptado una política de “no primer uso”, lo que aumenta la incertidumbre sobre una eventual respuesta nuclear ante una escalada.
Entre sus misiles balísticos destacan los Shaheen y Ghauri, mientras que su arsenal también incluye misiles de crucero como el Babur, capaces de portar cabezas nucleares. Aunque su capacidad de lanzamiento nuclear desde el mar aún está en desarrollo, Pakistán continúa invirtiendo en la modernización de sus fuerzas.
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Su ejército, aunque más pequeño con unos 650 mil efectivos activos y unos 550 mil reservistas, se considera altamente profesional, con gran experiencia en combate y fuerte influencia política. En cuanto a equipo, dispone de tanques Al-Khalid, desarrollados en conjunto con China, y su fuerza aérea opera F-16 de fabricación estadounidense y cazas JF-17 Thunder, coproducidos con China.
Las capacidades militares de ambos países, sumadas a un conflicto histórico sin resolver y la sombra del armamento nuclear, crea un panorama que la comunidad internacional teme pueda salirse de control.
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