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Naief Yehya: La IA es una máquina de plagio que llegó para quedarse

“Para mí la inteligencia artificial, esto que entendemos como tal, es una máquina de plagio, es una sofisticadísima tecnología de ilusiones”, asegura el ensayista y crítico cultural Naief Yehya, quien estuvo en Saltillo la semana pasada como parte de la Feria Internacional del Libro Coahuila 2025.

Además de presentar su libro “El planeta de los hongos”, un análisis sobre la relación entre las setas alucinógenas y la humanidad a lo largo de la historia y hasta el presente, Yehya formó parte de la mesa de diálogo “Inteligencia artificial y los imaginarios tecnológicos” junto a la escritora Andrea Chapela y el maestro Jesús Humberto Aguilar. En VANGUARDIA continuamos esa conversación.

“Ahorita lo podemos ver con Elon Musk, montado encima del gobierno, utilizando inteligencia artificial para desmantelar el gobierno”, ejemplificó sobre los riesgos de otorgar poder a estas tecnologías cuyo alcance y posibilidades aún no conocemos, “nadie creó una inteligencia artificial para destruir las instituciones democráticas, para acabar con las instituciones que dan sentido al bienestar, servicios, que dan servicios, y lo estamos viendo en tiempo real. Cómo usan un arma para instrumentar ideas retrógradas y peligrosas”.

A pesar de eso, Yehya está consciente de que estas son tecnologías que llegaron para quedarse, por lo que recomienda cautela en su utilización y que aún falta ver si qué cosas positivas y negativas nos dejarán, así como otros avances lo hicieron en el pasado.

“Por el lado humano yo sí siento que vamos a ser otros seres, vamos a cambiar. Así como una persona de 1986 no tiene nada que ver conmigo, que ya no puedo llegar a la esquina sin ver Google Maps y no puedo relacionarme con el entorno si no checo la temperatura en mi teléfono o si no mando un texto, o la certeza de que encontraré a mis seres queridos simplemente con mandar un Whatsapp”, expresó.

Asimismo, augura que eventualmente nos relacionaremos con la IA como si fueran seres concientes —y define conciencia como “un estado de percepción de ti mismo, de entender tu lugar en la tierra”—.

“Estamos continuamente en la búsqueda de interlocutores. Es claro que así como buscamos una imagen divina que nos responda, buscamos en Dios, en estatuas, en el arte, buscamos respuestas, este espejo que nos de nuestra presencia en algo superior. La inteligencia artificial quedó fabulosamente en esta narrativa porque tiene esta capacidad de complacernos”, mencionó.

Lo que los modelos tienen es un gran potencial para complacer, para darte el avión por donde lo quieras. Esa capacidad las hace muy maleables, muy fácil de que se inserten en la cultura y de que vayan posicionándose cada vez más, a que transformen el medio”, agregó.

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Ante todo esto, reitera la advertencia sobre la evolución de nuestra relación con la IA, sobre todo porque conforme “se vuelven más ‘inteligentes’ estos modelos, alucinan más”.

“Nadie te puede explicar en términos absolutamente técnicos porqué de repente una inteligencia artificial te va a inventar una respuesta, sino que te va a fabricar citas y referencias que no existen. Cada vez esto es más real y nos debería preocupar seriamente, porque les estamos dejando la vida en sus manos”, concluyó.

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