Aún podemos ver en distintos cruceros de la ciudad y, por supuesto, en las calles del Centro Histórico, a quienes todas las mañanas, desde temprano, ofrecen a potenciales compradores el periódico del día, anunciando en sonoros gritos el nombre del rotativo.A estas personas les conocemos como voceadores. Y vaya que forman parte importante del paisaje urbano, tanto visual como sonoro, dando ese toque especial al bullicio matutino que acompañamos con prisa y café, de camino al inicio de las actividades.TE PUEDE INTERESAR: Postales de nuestra identidad urbana. Parte I: Los bolerosSi bien esta actividad ha ido viendo menoscabado su lugar protagónico en las ciudades mexicanas, particularmente en los últimos años, como consecuencia del vertiginoso crecimiento de los medios digitales, ha logrado mantener su presencia viva en las urbes.Conocidos originalmente como papeleros o periodiqueros, los voceadores se fueron haciendo de un lugar inconfundible en la historia a partir de su aparición. Se estima que esto sucedió con la aparición de la “Gaceta de México”, a principios del siglo 18.La Gaceta, nombre con el que se denominó al periódico oficial de México, fue el primer impreso formal que se promovía de esta singular manera en las calles de la Ciudad de México, dando inadvertidamente nacimiento a este emblemático oficio.Para la segunda mitad del siglo 19 y principios del siglo 20, el nacimiento de nuevos periódicos y el crecimiento de los existentes, hizo cada vez más necesario su trabajo, a partir de la necesidad de un medio eficiente para hacerlos llegar al público.Por esos años era común en la Ciudad de México ver pasar a niños y jóvenes, muchas veces con overol de tirantes y sombrero tipo boina, caminar con un gran atado de diarios impresos al punto de mayor circulación de peatones para comenzar con su labor.En ese entonces, en las plazas públicas, era también común escuchar “adelantos” de las principales noticias en voz de los cariñosamente llamados “papeleritos”. Después se popularizó también el grito de “¡extra, extra!” para llamar aún más la atención del público.Pero, como todo lo bueno que pasa en la vida, no tardó en generar incomodidades entre ciertas personas. A principios del siglo 19, los voceadores fueron tachados de agitadores sociales, por el efecto que tenían entre la gente las malas noticias que comunicaban.Años más tarde, a mediados de siglo, se determinó la prohibición de que los voceadores dieran los referidos adelantos de las noticias, debiéndose limitar a sólo leer el título del periódico, dejando al comprador la tarea de descubrir el contenido del impreso.Incluso, a finales de ese siglo, con el creciente descontento social que eventualmente derivó en la Revolución Mexicana, varios voceadores fueron detenidos y encarcelados, considerando el gobierno porfirista a este gremio como escandaloso e intolerable.Es a principios de 1923 cuando, el 15 de enero, se formaliza la creación de la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México. Esto tuvo un gran efecto en lograr que los voceadores pudieran volver a desempeñar con seguridad su oficio.Es precisamente durante el periodo posrevolucionario donde este oficio alcanzó su consolidación. Las bicicletas fueron un gran aliado para el oficio. No era raro verlos circular por la ciudad con enormes pilas de periódicos en la rejilla sobre la rueda trasera.De igual manera, los puestos de periódico se popularizaron, vendiendo también impresos de más amplia periodicidad, que se ofrecían igualmente a los transeúntes. Sin embargo, no se perdía la tradición del voceo de los periódicos para atraer a los compradores.El Centro Histórico cuenta con distintas expresiones de venta de periódico: desde puestos de revistas, como les llamamos actualmente, y exhibidores en tiendas de conveniencia, hasta quienes, mostrando la primera plana, anuncian el periódico a la venta.TE PUEDE INTERESAR: Voceadores de Saltillo celebran 75 años de historia en medio de la lucha por sobrevivirNuestra ciudad cuenta con la memoria viva de un entrañable voceador de Saltillo, don Antonio Martínez, mejor conocido como Toño “La Bola”, quien llegó a ser reconocido en el año 2004 con la Presea Saltillo, por el Gobierno Municipal, por su labor en el oficio.Más adelante, en el 2008, el Gobierno del Estado le realizó un homenaje a Toño “La Bola” por más de 54 años ofreciendo cada día las noticias impresas a la ciudadanía de Saltillo, que ya había hecho de él un personaje sin igual en Padre Flores y Victoria.El 1 de diciembre de 2019, VANGUARDIA publicaba una nota que Toño “La Bola” ya no pudo ofrecer a sus clientes: un infarto arrebató a la ciudad una leyenda, cuyo mote aún se lee en lo alto del puesto ubicado en ese tradicional cruce.jruiz@imaginemoscs.org
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